La fragua del peregrino

El Camino de Santiago surge en estos días de incipiente verano como un tema usual de charla entre compañeros, amigos y familia. Como el perder kilos o dejar de fumar, está en la lista de deseos perennes de la mitad de los españoles. Muchos lo harán realidad este verano; prueba de ello son la cantidad ingente de personas que acuden a nuestra Asociación a informarse en estos meses, que nos obliga a duplicar los horarios de atención al peregrino “en ciernes”.

Piensan que se van de vacaciones al Camino, que es un reto a lograr en el menor tiempo posible y recorriendo los km “necesarios” para obtener la “compostela”, (bien más codiciado a colgar en lugar visible de la casa para las visitas…)…porque “solo tengo cinco días para hacerlo”, escuchamos repetidamente una y otra vez….y eso no es el Camino a Santiago, aunque en algún caso pueda convertirse en él si se sabe escuchar lo que la milenaria sirga jacobea nos cuenta, ya que hay quien sale como turista voluntarioso de Sarria y puede llegar a Santiago de peregrino.

Las campañas publicitarias, la necesidad de convertir todo producto cultural en rédito económico inmediato y cuantioso, la ignorancia sobre el terreno que se pisa, han hecho, están haciendo, muchísimo daño al Camino de Santiago.

Para empezar, hacer el Camino, aunque sea difícilmente comprensible la primera vez cuando se les cuenta al que nunca ha ido, es una experiencia de vida que marcará en el 90% de las veces a la persona, significando un antes y un después en su vida. El Camino, hacerlo, requiere de tiempo que nos permita saborearlo, como los buenos vinos, trago a trago, que se nos meta dentro y nos revuelva las entrañas del cuerpo y el alma, nos haga reflexionar, darnos cuenta de los pequeños detalles de la vida, de la cultura e historia que contemplamos en nuestro caminar y de la que somos parte mientras la recorremos. Millones de pisadas durante siglos dejan su poso, eso se palpa.

El peregrino se hace a base de tierra, lluvia, viento en el rostro, sudor y fatigas, de lágrimas de aparente impotencia transformadas en alegría cuando ve que puede sobreponerse a los avatares, de soledades y agradables e improvisadas compañías. De olor de amaneceres en plena naturaleza, de antañones puentes que rezuman trasiegos de caminantes en cada piedra, de atardeceres en los que evalúas lo que la vida te quita y te da…Ser peregrino es una actitud. No se es más caminante jacobeo por dormir en un albergue o llevar la venera colgando de la mochila. Es comprender y aprender del Camino y de los compañeros que contigo marchan.

Cuando pienses en hacer el Camino, escucha lo que los demás te cuenten, pero ten siempre presente que la vivencia será solo tuya, irrepetible e inimitable. Despójate de todo lo material que no sea imprescindible y de todo prejuicio, y abre tu mente y corazón a lo que en él te aguarda…y disfrútalo despacio, sorbo sorbo…como el buen vino. Buen Camino.

Cayetano Martínez Rodríguez
Secretario de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla-Vía de la Plata