Estrenamos una nueva sección en la web de la Asociación Jacobea de Jaén donde entendidos del Camino de Santiago y peregrinos escribirán sobre el propio Camino de Santiago.
El primero en hacerlo será Cayetano Martínez, secretario de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla y gran amigo de nuestra asociación. El tema que aborda es la multitud de peregrinos que recorren el camino hacia la Tumba del Apóstol Santiago.
Como detrás de cada fiesta desbordada, uno, con un mínimo de seso, siempre termina evaluando dónde está, en qué condiciones, y el “ahora qué”. Cuando en los años 60 del pasado siglo Valiña preparaba la “invasión” no creo que fuera capaz de imaginar hasta donde llegaría esta.
Y es que, como la botella medio llena-medio vacía, cada uno canta o se lamenta por el éxito del Camino. La difusión hasta los confines del planeta del fenómeno peregrinatorio jacobeo, el incremento paulatino de peregrinos, la revitalización socio-económica de las poblaciones por donde pasa, son sin duda hechos positivos, pero ¿hasta qué punto? ¿Es necesario, o correcto, evaluar en parámetros de éxito el Camino de Santiago?
El que el culto jacobeo, impulso y fundamento de toda peregrinación, vaya más allá de esta piel de toro es una característica del mismo desde su origen y, trasladado a la actualidad, incluso comprensivo, dado los medios de comunicación con los que contamos….salvo porque ese culto, la devoción a Santiago y a la tradición jacobea, muchas más veces de lo que pensamos, no ocupa en el alma del peregrino ni siquiera un ápice de su motivación. Muchos no visitan la Tumba o ni tan siquiera saben que existe y, prueba de ello, por ejemplo, ha sido la necesidad de elaborar por parte de la Catedral de Santiago un audiovisual donde explique quien está allí enterrado y por qué su importancia. Se ignora el imaginario jacobeo, simbología, fundamentos…o se deja de lado. ¿Falta de motivación, de formación, tergiversación del sentido de la peregrinación…? Lo cierto es que, sin necesidad de retrotraernos mucho, al peregrino de los años 60 del pasado siglo le eran innecesarias estas explicaciones.
Partiendo de esta constatación, a poco que se indague, el “éxito” numérico ha ido en detrimento de la esencia del Camino y su vivencia y aprehensión por parte del caminante. La calidad cediendo ante la cantidad, es la gran sacrificada en pos del objetivo de la mayoría de entidades públicas, de todo tipo (civiles y religiosas, cada una a su manera), de hacer del Camino un mero producto turístico-religioso, sujeto a las políticas de marketing agresivo que reinan en nuestra sociedad consumista.
El deterioro del Camino de Santiago, de su alma, es palpable por cualquier peregrino mínimamente sensible. Podrán mejorarse los albergues, dotarlos de wi-fi (esa necesidad actual de estar siempre conectados…), comodidades como en casa, transporte de equipajes paraqué no nos falte de nada…pero si olvidamos que el camino es una experiencia de vida, una senda ascética para lograr acercarse a la divinidad, sea cual sea, y a uno mismo, eterno desconocido, para aprender que se puede vivir incluso más plenamente con menos, que la hospitalidad es el bien más preciado, pues en ella van implícita el respeto y aprecio al otro sin más aspiraciones, renovar al hombre viejo y sus valores olvidados y/o dormidos, el Camino terminará por ser una ruta más y una vivencia auténtica menos. Si ese día llega o no, antes o después, dependerá de cómo transmitamos lo vivido, su historia y su intrahistoria, que enriquecen la senda jacobea y la hacen única.
Por Cayetano Martínez, secretario de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Sevilla – Vía de la Plata.