Amato Ronconi nació en Saludecio en la diócesis de Rímini (Italia). Hijo de buena familia. Al quedarse huérfano, su hermano mayor, Girolamo, lo cuidó, pero cuando llegó a la juventud, su cuñada le cogió un profundo odio porque había rechazado el matrimonio que le habían preparado. Entonces decidió abandonar la familia y llegó al monte Orciale donde construyó una casa de acogida para los pobres y peregrinos que dedicó a la Natividad de María Virgen. Para mantener esta obra, donó a escondidas lo que había ganado con sus tierras y lo que recibía con su trabajo como peón de otros agricultores.
La religión y su amor por Dios le hizo cometer muchas extravagancias y milagros, por ello lo tomaron por loco, especialmente por su cuñada, que lo calumnió con saña porque veía como adelgazaban sus propiedades; no dudó de acusarlo de querer abusar de ella ante las autoridades; el Señor demostró la inocencia y la santidad de Amado con varios milagros. Hizo cuatro peregrinaciones a Compostela, después de lo cual donó a los benedictinos de San Julián y de San Gregorio de Conca di Rimini, todas sus propiedades y del hospital que había fundado. Fue Terciario franciscano.
Esta última referencia a su condición de peregrino jacobeo es lo que nos lleva a poner nuestra atención en la vida de Amato Ronconi, aunque de sus peregrinaciones a Compostela los biógrafos no aportan datos o noticias concretas, quedando sus vivencias en la más pura tradición popular.
En Roma, es donde Amato tras acoger en la casa que él mismo había construido para acoger a peregrinos que visitaban Roma, es cuando le llevó un día a tomar él tal condición y haciéndose pobre y peregrino sus pasos se dirigieron a Asís, Roma y más tarde a Compostela. Cuentan que fueron cuatro las veces que visitó la tumba del Apóstol Santiago, y que habiendo comenzado una quinta peregrinación se le apareció un ángel aconsejándole regresase a su casa porque estaba próxima su muerte.
Amato murió pobre entre los pobes, y fue enterrado, según sus deseos, en la capilla de la casa de acogida que ya era conocida como hospital y que cedió a los benedictinos. El 23 de noviembre de 2014 fue canonizado por el Papa Francisco y se decidió celebrar su festividad el 8 de mayo.
En la homilía, el Papa Francisco destacó que «se dedicó sin reservas al servicio de los últimos, asistiendo a los indigentes, enfermos, ancianos y peregrinos». Esa fue la vida del ahora San Amato Ronconi, quién vivió en toda su plenitud la peregrinación jacobea como peregrino y como «hospitalero».
Autor: Juan Caamaño Aramburu